lunes, 12 de septiembre de 2011

La Cabra de San Bartolomé de Rueda.

Visitando http://gradefesmunicipio.blogspot.com he recogido esta información:

"Al cabo de un par de minutos que a todos nos parecieron horas, llegó hasta nosotros un balido suave y prolongado; una especie de gemido, de lamento, dulce al principio; pero lúgubre y con una enorme resonancia al final.Se volvió a repetir al cabo de algunos segundos el mismo viento, el mismo gemido, el mismo ¡beeee!, que parecía interminable. Más tarde, y en tono mas fuerte, como más doloroso... cual si le estuvieran rasgando las entrañas al ser que lo producía, otros varios ¡beeee¡ beeee!, y así una vez y otra vez...
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LA CABRA DE SAN BARTOLOMÉ DE RUEDA

Tengo en mis manos un librito delicioso, capricho literario de Pedro Neftalí de la Varga, natural de Vega de los Árboles (León), el pueblecito que queda aguas abajo del Esla, después de San Miguel de Escalada. Él lo titula "La Cabra de San Bartolomé" (Romance Histórico Leonés). Y dice en una nota: "Dentro de un contexto rigurosamente histórico-geográfico, el autor se ha permitido incluir algunas desviaciones noveladas, de carácter literario, que de ningún modo desvirtúan en lo esencial la veracidad de los hechos". Su visión, y sobretodo, su representación poética es de una profundidad popular y compartida, casi comunitaria, al menos en esta Comarca. Así lo veo yo. Neftalí, en las postrimerías de su creación y recreación, escribe así:

LA CABRA LOCA

Siente la gente del campo
la curiosidad malsana
ante lejanas tragedias
y ante desgracias cercanas.
San Bartolomé y Garfín
y aldeas de la comarca
acudían temerosas
al lugar, donde "la cabra"
sus espantosos gemidos
lastimeros berreaba.
"La cabra loca", - decían
cuantos del asunto hablaban,
"Cabra no - sugirió alguien
con autoridad probada -
¿No será el grito doliente,
estremecedor, que el alma
en pena de incendiario
por su gran pecado exhala...?

En el lugar en que el crimen
cometió purga la falta".
Siguió un pesado silencio
corto, y los que le escuchaban
asintieron con un gesto,
al tiempo que se signaban.
Gesto que hizo que en pavor
el miedo se transformara.
Dispersos por el repecho
que une el valle a la explanada
de las ruinas, asombrados
se quedaron cuando el alba
somnolienta despertó
con un "berrido de cabra,imponente..."
Allá en las cuestas
que Garfín del cierzo guardan
surgió el tétrico lamento
que quejumbroso se alarga,
invade el seno del valle,
filtra el quejigal y pasa
la vaguada y el repecho
hasta incrustarse en la entraña
de las ruinas, donde, lento
y agonizante, se apaga.
Un lampo alado, huidizo,
violento y fugaz, le arrastra,
sesgando en su recorrido
hierbas y arbustos
y plantase infiltrando
en los humanos horror,
tristeza en el alma.

Más versiones del asunto en http://rdelavega.soy.es :

Toda la vida, desde niño, he oido eso de “San Bartolomé de Rueda, donde berró la cabra después de muerta”. Pues bien, toda la vida oyendo eso, y resulta que es una historia con la que me topé durante tres años 2006, 2007 y 2008.

Me tocó llevar la gente de los pueblos del Ayto. de Gradefes al centro médico de Gradefes, los martes me tocaba precisamente ese pueblo, San Bartolomé de Rueda, y claro… no pude menos que preguntar por la historia de la famosa cabra, muchas versiones me llegaron de los vecinos de Garfín de Rueda, y dos de los dos únicos vecinos que había en San Bartolo. Yo lo voy a contar más o menos como me parece.

Todo sucede en un corral o majada, situado a uno o dos kilómetros de San Bartolo, y cuatro o cinco después de pasar Garfín, matizando que el terreno de Garfín llega casi hasta allí. Ambos pueblos distan seis Km, cuatro son terreno de Garfín, dos de San Bartolo (Aprox.)

Hacia el año 1920, existe en San Bartolo un hombre, dicen que se llamaba Romanón el rico, no se. Dedicado a la venta ambulante, con mujer y cuatro hijos, ha hecho fortuna, y en un aprisco, se ha construido el corral, dista un par de Km. de la casa, allí llevan al rebaño. Es hombre arrogante y caprichoso.

Pronto empiezan las disputas con los pastores y vecinos del pueblo vecino de Garfín, porque en su arrogancia y prepotencia, el rebaño de Romanón invade día tras día los terrenos de Garfín. Cansados están en Garfín de tanta intrusión, cansados de avisar y reprochar dicha actitud, máxime cuando de los pastos dependen familias más pobres. Pero Romanón no hace caso, y la intrusión no cesa.

En Garfín, un vecino, rumia su rencor, planifica su venganza. Aprovechando la noche, se encamina hacia el aprisco donde se encuentra la majada, cerrada a cal y canto, apenas se oyen algunos balidos cuando los perros ladran desde dentro.

Pero el hombre no necesita entrar… le prende fuego al corral desde fuera, con todos los animales dentro, perros, ovejas y cabras… Dado el material tan inflamable de aquellas construcciones, el fuego se propaga rápidamente, nadie puede apagarlo, porque los pueblos están lejos, las llamas alcanzan a las ovejas, devoran su lana, y luego la temperatura alcanza tantos grados que la grasa derretida de los pobres animales, escurre por la ladera abajo en dirección al arroyo de Valdellorma…

Difícil es imaginar una imagen tan… dantesca, Pues Dante describiendo el infierno, solo imaginaba… esto era real, una puerta del infierno se abrió en el medio del monte y devoró a todos aquellos inocentes animales.

La venganza se consumó. El pirómano anónimo, libre de invasiones, dudo mucho que libre de conciencia…

Se echa la culpa a Romanitos el pobre… mas no se puede demostrar nada.

Un día, un viajero, quien sabe, quizás un vecino de regreso a casa, una temporada después del suceso, al pasar a la altura del paraje testigo del lamentable acto, comienza a oir un berrido que describe como “un mugido como de cabra parturienta…”, no sabe de dónde viene, se oye muy fuerte, su cabalgadura se encabrita y se niega a seguir camino, el hombre, asustado regresa sobre sus pasos y cuenta espantado lo que le ha sucedido.

En Garfín relacionan el suceso con la reciente muerte de Romanitos el pobre, presunto autor del incendio.

¡Qué curioso!, que los berridos comiencen el mismo día de la muerte del supuesto incendiario.

Crédulos e incrédulos acuden al lugar, y a determinadas horas se oye el berrido de la cabra, un berrido espeluznante, que pone los pelos de punta. Algunos valientes buscan su procedencia, pero no la encuentran por ningún lado, ahora se oye por aquí, ahora se oye por allí, es imposible localizar nada.

El suceso corre de boca en boca, de pueblo en pueblo, traspasa fronteras, hasta gente de Madrid viene para oir el berrido de la cabra.

Interviene la iglesia y se intenta bendecir el lugar, pero no da tiempo a concluir nada, porque el berrido se hace tan ensordecedor que amedrenta a propios y extraños, y salen pitando de allí.

Los cazadores más valientes acuden allí con ánimo de terminar con el misterio, armados con escopeta, se acercan al corral, uno por un lado, otro por otro, no llegan a encontrarse, porque de nuevo el berrido se hace tan atronador que los “valientes” regresan sobre sus pasos, tienen miedo…

Nunca se llega a resolver el misterio. Un día, al igual que comenzó, terminó, y no se volvió a oir nunca más.

Mis reflexiones respecto al tema eran muchas, leí lo que pude, la gente que me lo contaba tenía más de 90 años, y la mayor parte del relato, lo sabían porque se lo habían contado sus padres… no variaban mucho las versiones, todas coincidían en casi todo, salvo quizá en que no se ponían de acuerdo en si los berridos comenzaron con la muerte del presunto pirómano, o que cesaron a su muerte.

A pesar de la fascinación que me producía el fenómeno, puesto que muchos martes pasaba por delante de las ruinas todavía ennegrecidas, no le quise dar más vueltas, pensando que si hubiese sucedido hoy en día, a lo mejor con las nuevas tecnologías alguien hubiese averiguado una explicación científica.

De todas formas, de vez en cuando volvía sobre el tema, y un día en el bar, mientras esperaba, un señor mayor volvía a relatarme lo mismo que ya había escuchado tantas veces.

Al salir del bar, me encaminé hacia el autobús, lo abrí, y como estaba solo dejé abierto para que subiesen a medida que iban llegando los viajeros… Pero el primero que llegó fue un señor que había escuchado la historia, y me dijo:

Yo hace muchos años, décadas después de lo de la cabra, reconstruí el corral y guardé allí mis ovejas una temporada, porque está bien situado el lugar, y si te digo lo que vi y lo que escuché allí, no me lo creería nadie.

Por más que insistí, no me contó nada, dijo que si me lo contaba le iban a tomar por loco…

Asi que, no hay nada más que contar, este es el misterio de la cabra de San Bartolomé de Rueda según las conclusiones que yo he sacado, y yo no creo nada, pero como dicen los gallegos… haberlas… hailas.

Otra visión más: smescalada.wordpress.com :

Una primavera de hace 20 años me perdí por allí. Un hombre solo, fue lo único que encontré. Miento…Y un perro. El hombre hacía de casero de todo el pueblo, de alcalde, de juez de paz, de caminero (andaba segando con su guadaña estragada los hierbajos de las cunetas)… y de agente inmobiliario. Me quiso vender dos casas, con sus corrales cuajados de amapolas; y los pajares, con sus bocarones boquiabiertos y vacios; y los corredores de madera gris colmados de parras asilvestradas y de rosales desaliñados, pero repletos de carmesí. Yo, claro, no estaba por la labor…

San Bartolomé de Rueda, además, tiene un monte inabarcable. Cuajado de leyendas y romances pastoriles…

Hoy os voy a hablar de "La Cabra de San Bartolomé de Rueda": ¿ leyenda, romance, historia, o patraña…?

Para empezar, os voy a transcribir una impresión personal de un testigo en 1991. Me la acaba de dar sólo hace unos días, desde Canadá:

Esto no es una leyenda, esto ocurrió de verdad. Fue una cosa de algo paranormal que ocurrió hacia 1919, ahí en unos corrales que hay a la orilla de la carretera entre Garfín y San Bartolome. Yo no lo creia tampoco.. bah…historias de viejos… Hasta que en 1991 pasaba yo por allí por delante de los corrales donde las cabras fueron quemadas y paré a inspeccionarlo. En el 91 quedaban aun unas paredes de adobe del corral original. Una pared estaba inclinada, a punto de caer. Yo con mi incredulidad y atrevimiento, y con la ayuda de un palanco que habia alli, metí el palanco por un agujero y haciendo viga la derumbé al suelo. Para mi sorpresa ví que entre los adobes estaba negro de marcas de fuego y sarrio. Me entró un pavor sorprendente y noté que los pelos de la nuca se me pusieron de punta. Sin más ceremonias salí de allí lo más rápido posible, arranqué el coche, y sin mirar atrás me largué de allí. El corazón no me paró de latir fuerte hasta que no llegué a la carretera de Cifuentes a Gradefes. Estoy convencido que allí algo hubo. Y lo que cuentan los viejos, fue cierto.

Esta "experiencia" se parece mucho a la que cuenta Licinio R.S., de Barrillos de las Arrimadas… Y esto es, para mí, como una demostración de que existe en todo esto algo más que "paranormal". El testigo actual que cuenta su vivencia de 1991 no conoce la historia de Licinio R.S. Os pasaré esa "historia verídica". Voy a indicar dónde podéis leer este cuento o leyenda, contado o contada deliciosamente por Licinio R.S. de Barrillos de las Arrimadas, en una historia escrita por él en el año 1983. Os puedo adelantar que esintrigante…

1 comentario:

  1. estoy muy interesada en la historia de licinio.El padre de mi abuelo quiso ir,y un amigo le aconsejó que no lo hiciera que no se veía nada que el ruido variaba de lugar y que solo servia para morirte del miedo.A lo que tu has dicho debo añadir que a mi abuelo su padre le contó que el dueño de la majada maldijo al que la quemó,diciendo que quien lo hubiera hecho berraría cuando se muriera como berraban sus cabras al ser quemadas. Me ha encantado leer esto y me gustaría leer el relato de Licinio,tengo mucho interés.

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